martes, 10 de junio de 2008

Cartillas de racionamiento de egoísmo

Ha sido hace tan sólo un par de semanas. Todo el mundo hacía cola ante los surtidores de gasolina y/o en los supermercados por si la huelga de transportistas duraba algo más de unos días. Era algo incomprensible, casi demente, pero yo como casi todos, también participé. Yo tenía combustible suficiente para un par de semanas y, por tanto, no me había preocupado mucho por el impacto que la huelga pudiera tener en las gasolineras. Sin embargo llegó el lunes y a mediodía ya no quedaba ni una gota de diésel en la gasolinera de al lado del trabajo. Y por la tarde ya no quedaba ni una gota en las gasolineras de los alrededores.

Llegué a mi casa y me dije que por si acaso, echaría yo también. A los precios a los que estaba el combustible, llenar el tanque cuesta ya 60 euros y yo tenía dos tercios así que con 20 euros tendría suficiente. En todo caso podría tener el problema de que tuviera más del que pensaba y me sobrara :-O. Menudo dilema, un dilema que no tenía tan sólo unas horas antes. Me dispuse a hacer cola en la gasolinera de al lado de mi casa y pronto vi que el gasóleo enriquecido estaba totalmente agotado. Sin embargo, el normal aparentemente todavía tenía existencias. O eso creía yo hasta que la señora que iba a repostar me dijo que no. Alarmado todavía más me acerqué al centro comercial para hacer unas compras y aprovechar la otra gasolinera cercana :-). Me puse de nuevo en cola (las dos elecciones de cola fueron acertadas, en eso sí tuve buen ojo) y mientras esperaba vi a un compañero de trabajo, ataviado de forma deportiva que llenaba su coche. Pero lo llenaba literalmente porque empezó a bosar :-). A los dos o tres días me lo encontré y se lo comenté.

Mientras llegaba mi turno, y tras repasar los cálculos decidí que sí, que estaba bien y que en todo caso podría vaciar una de las botellas que llevo siempre llevo en el maletero. Paro el coche, me bajo, le doy al surtidor y ... no funciona. Vuelvo a darle y ... nada. Hasta que me doy cuenta de que era de prepago (siempre procuro evitarlos ya que normalmente no echo una cantidad exacta de euros). Bueno, pues nada, voy, entrego mis 20 leurillos al dependiente y vuelvo ... vuelvo para comprobar que se había olvidado activarlo. Aviso al guarda de seguridad que salía por si se lo podía decir y al poco tiempo ya tenía aquello echando 20 eurillos de gasóil que entraron sin problemas. Y con la satisfacción de haberle quitado 20 euros de gasóil a alguien que pudiera necesitarlo más me fui.

Y es que lo que más me llamó la atención, ver como incluso en una situación para nada desesperada, simplemente a base de imitarnos unos a otros puede llegarse a situaciones para nada deseables. En particular yo sabía que estaba, como todos, usando unos recursos que quizás otra persona con menos suerte y más necesidad no iba a poder usar. De hecho al día siguiente en la radio se comentaba que habrían una serie de gasolineras "de emergencia" sólo por si alguien las necesitaba urgentemente. En realidad da igual porque igual que yo fui cuando lo más probable es que no hiciera falta, también hubieran ido personas más egoístas que yo a las de Madrid.

Pero no todo fue negativo para mí, entendiendo que ver que era casi tan egoísta como los demás ya es suficientemente negativo. En el lado positivo está que me paré a pensar, imagino que como todos, cómo sería nuestras vidas tras un par de semanas de huelga total de transportistas. En primer lugar, el combustible probablemente se le acabaría a mucha gente y quizás no tendría posibilidad de ir al trabajo si también se le acaba al transporte público. En mi caso eso supondría un duro golpe, no el no ir a trabajar, sino el uso del transporte público ya que tendría que coger un par de autobuses (que es lo de menos) pertrechado con una biodramina ya que ya se sabe cómo es mi estómago para esas cosas.

En el lado bueno, también nos obligaríamos a compartir coche, que tampoco está mal. La comida sí sería un problema mayor. Afortunadamente el agua es de creer que no, pero en la comida es posible que tuviéramos que pasar a esas latas que tenemos guardadas por algún lado y que nunca abrimos :-). La televisión sería también más interesante. En particular quisiera ver a los políticos diciendo que eso no era culpa suya :-P.

Por último, también te das cuenta de lo cómodos que nos sentimos con nuestra vida diaria, que parece que nunca va a cambiar y cuán fácil es que cambie y hasta drásticamente. Lo suficiente como para poner patas arriba todo un país.

En fin, esas son algunas de las cosas en las que te da tiempo a pensar en los tiempos en los que se reparten cartillas de racionamiento de egoísmo y todo el mundo las usa.

Un saludo, Domingo.

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