sábado, 9 de febrero de 2008

Un poco de todo

Sigue el trabajo a destajo, sigue el bonsái recuperándose (me da la sensación de que no ha echado mucho de menos el "mini-tiesto" en el que estaba antes, sigue la forma física a medio gas, siguen las rodillas pidiendo sus rodilleras o un mes de descanso en su defecto. Vamos que todo sigue más o menos igual.

Esta mañana, tras el partido, pensé en algo que contar en el blog pero ... ya no me acuerdo qué era :-). A ver si mientras escribo se me va refrescando la mente. Efectivamente, ya lo recuerdo así que por ahí seguiremos. Pensaba yo esta mañana en una conversación iniciada por un amigo mío con argumentos de éstos que todo el mundo tendería a desdeñar. Evidentemente en el sitio donde lo dijo, las respuestas fueron por ese sentido, incluida la mía.

El caso es que me dio por pensar en algo que comento de vez en cuando y es que las mentiras para que sean creíbles tienen que tener detalles. Y desde hace unos años, le he cogido afición a contar mentiras. ¡Ojo!, a contar mentiras que no a mentir. Normalmente elijo algo que resulta obviamente falso y empiezo a tejer a su alrededor. Unos ejemplos, además real pues suelo usarlos a menudo podrían ser los siguientes:

P. Oye, te has dejado la perilla, ¿no?.
R. No, en realidad es que se me ha olvidado afeitarme esta mañana.

P. Oye, te has quitado la perilla, ¿no?.
R. No sé, se me ha caído y no tengo ni idea de dónde. Llevo todo el día buscándola.

Y uno inventado pero del tipo que también uso con relativa frecuencia.

P. Con esa chaqueta pareces más alto.
R. Bueno, no sé si tendrá que ver aquel médico uzbeco de sien plateada a lo George Clooney que me encontré en el ascensor el otro día. Yo pensaba que estaba solo pero cuando miro, lo veo allí a mi lado como se se me hubiera aparecido. A continuación me saluda y sin venir a cuento me empieza a contar su nacionalidad y que es capaz de hacer crecer a la gente sin el menor esfuerzo. Es más, según él Romay medía 1,50 pero siguiendo su tratamiento, entonces en fase experimental, consiguió crecer hasta los 2,13. Pero claro, precisamente por lo experimental del tema, a Romay no le quedó la agilidad que debiera y por eso ahora baila tan raro. El caso es que me dio un frasquito con el líquido milagroso y me dijo que probara su método sin temor a ningún otro tipo de efectos secundarios. Dudé mucho pero al final pensé que lo que no mata engorda y me tomé el contenido de un tirón. Desde entonces es curioso pero siento como que los pantalones que antes me estaban bien, ahora me llegan por las rodillas. ¿Tú crees que tendrá algo que ver?

Es un ejemplo como otro cualquiera, pero creo que ilustra a las claras cómo las mentiras para que sean creíbles deben tener detalles. Cuando lo escuché por primera vez, recuerdo que estaban hablando de una predicción económica. Algo así como que el dólar, para entonces equivalente al peso argentino, doblaría su valor con respecto a éste en poco tiempo. Y según el estudio de algunas de estas personas que probablemente sólo se dedican a hacer estudios, el valor del dólar se situaría en digamos ... 1,7315 pesos argentinos. Fue ante este estudio y ante este dato (evidentemente si lo que recuerdo es cierto, que también podría ser que no lo fuera :-D) frente a lo que comentaron esto. El hecho de dar varios decimales te hacía de forma inconsciente suponer que había detrás una fórmula y a su vez que esta fórmula debía ser realmente buena pues afinaba hasta unos límites fuera de lo común.

Ante esto, si llega una persona cualquiera, yo mismo, y digo que en realidad la variación sólo va a estar en torno al 25% (ya en sí el número redondo y sin decimales invita a desconfianza) y que para ello me baso en mi experiencia (en vez
de una más que probada fórmula, pues si te saca 4 decimales es que eso está mucho más que probado y contrastado), pues si llego y digo eso, la mayoría de la gente me dará menos credibilidad que a la otra predicción de la que socráticamente sólo saben que no saben nada.

Por otro lado, esto me recuerda otro tema que pensé durante la semana para el blog: la credibilidad. En el trabajo, tampoco es cierto que todo siga igual, digamos que todo sigue igual dentro de unos ciertos parámetros. Luego, evidentemente, sí que se producen cosas. Y esta semana me tocó perder la credibilidad con el cliente.

En realidad no es que la perdiera, aunque para ser sinceros es que sí. Antes estaban acostumbrados a que si yo por ejemplo les decía a que les tenía algo para la 13:54, lo podían tener a las 13:30 o a las 15:20 pero lo tenían. El problema es que, siguiendo con ese mismo ejemplo, ahora sólo les decía que lo tendrían en cuanto fuera posible pues ni yo mismo sabía cuándo iba a ser esto posible. Aparte de no poder decirles "la verdad", ni con poco ni con muchos detalles, ya que eso quedaba en manos de mis superiores.

Pues el caso es que esta semana se plantaron en que querían algo seguro y nada de evasivas. Algo más que lógico, por otro lado; yo hubiera hecho lo mismo y no sé si antes). Así que había que responder y como quiera que esto tuviera que ser comunicado por mis jefes, éstos me pidieron que les consiguiera la información, pero que por favor fuera veraz ya que, una vez que yo había perdido mi credibilidad (y no por mi culpa si es que hay culpa de alguien, evidentemente), no era plan de que se perdieran por el camino más credibilidades :-).

Cierto es que después me excusaron, al menos parcialmente y que yo creo, o al menos tengo esa ilusión, que allí se imaginan lo que ha pasado y pasa aquí. Digamos que esto es como los futbolistas: "a Domingo no se le puede haber olvidado eso de contestar al momento, debe ser que está muy liado". En realidad yo estoy aquí pensando bien de ellos cuando probablemente lo que piensan es que uno se ha afuncionariado o algo así :-). En cualquier caso, yo duermo muy tranquilo por las noches con o sin tila ;-).

Bueno, y ahora sólo me queda saber qué título le pongo a esta entrada pues todavía no lo tengo muy claro. Al fin y al cabo he tratado un poco de todo.

Un saludo, Domingo.

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