Como ya comentaré en otra entrada de estas que ahora pongo como borrador para luego, con más tiempo, poder terminarla, esta semana decidí que iba a tomarme el trabajo con más calma. Eso sí, pareciera que el trabajo se vengara de mí con un inoportuno resfriado, pero eso es otra cosa.
El caso es que el lunes salí no muy tarde, cogí la carretera y llegando al sitio donde suelen empezar los atascos pensé que qué mejor día que aquel para hacer una visita a mi ahijada :-). Llegué y me encontré con que estaba dormida. No se despertó hasta un buen rato más tarde aunque al contrario del hermano que tiene unos despertares un tanto brusco, el de ella fue tan plácido como siempre. El despertar fue convenientemente acompañado por su habitual "risueñez" y esos ojazos claritos que tiene y que te miran con tanta curiosidad. Antojáseme que esa mirada encierra constantemente el auténtico y genuino descubrir que experimentan los niños pequeños.
Pero esto fue lo de menos tiempo ya que como digo se despertó (o la despertaron) casi cuando yo me iba. El resto del camino estuve hablando con la madre, con la bisabuela y con el hermano. Y precisamente es por el hermano por el que he empezado a escribir esto. Aburrido como estará el hombrecito de jugar solo o de jugar contra el padre que le ganará, al verme (tras arrearme físicamente un par de espadazos, eso sí) me invitó a jugar en la consola a uno de los juegos de Bola de Dragón. Y ahí me tenías a mí que habré jugado a la Play unas diez veces en mi vida, la mitad de ellas a algún juego de fútbol, contendiendo contra un pillín que se las sabía todas. Madre mía la paliza que me dio. Hasta me dejaba que le arreara con alguno de mis débiles ataques para que no me bajara mucho la moral :-D. Ese fue también su punto débil ya que yo me aferré a él para poder alegar delante de los padres que también había ganado y eso pareció no gustarle mucho pues no se aviene fácilmente a perder :-D. En este caso era casi peor pues yo lo estaba traicionando, él me dejaba ganar (sin decírmelo) y luego yo iba pavoneándome por ahí de haberlo vencido jejeje. Al final reconocí humildemente mi derrota como no podía ser menos.
Sin embargo no fue esto lo que me llamó la atención pues era de todos modos previsible. Lo que me llamó la atención fue que el juego, que debía ser pirata, estaba completamente en alemán. Yo, con mis 4 palabras (literalmente) de alemán sabía lo que significaba algunas de las opciones (sobre todo el Ja/Nein) pero él avanzaba a través de los menús como si supiera perfectamente lo que significaba cada cosa :-). Es otra demostración más de que los niños son como esponjas que todo lo absorben. Nosotros, acostumbrados ya al uso de ciertas reglas que nos llevan de un sitio a otro, a coger el coche por la autopista más que a callejear aprendiendo rutas nuevas, nos maravillamos al ver cómo un niño de 5 años juega a un juego en alemán sin ni siquiera saber leer. La verdad es que el asombro empieza antes, cuando vemos que con un par de añitos manejan el DVD mejor que los abuelos o incluso antes cuando ves cómo primero imitan las cosas que ven y luego las aplican a nuevas situaciones resolviendo satisfactoriamente (para ellos) mini-problemas que extrapolados a nuestra vida diaria podrían ser serios quebraderos de cabeza.
Y todo esto porque detrás sólo está una gran envidia. Ya quisiera yo esa capacidad para mí. En fin, al menos me queda la esperanza de pensar que no sólo actualmente sino que espero también que durante muchos años, todavía soy capaz de aprender cosas. Quizás de forma más lenta, pero invariablemente segura ;-).
Un saludo, Domingo.
sábado, 24 de mayo de 2008
Niños jugando en alemán
Etiquetas:
diario
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